viernes, junio 30, 2006

Final de Partida

Simplemente para anunciar que hoy viernes 30 de junio es nuestra última función. No sólo en el Teatro del Pueblo, sino en general. Porque no vamos a reponer la obra.

El fin de un ciclo muy bueno.

Pero todo tiene que terminar alguna vez.

Los procesos igualmente nunca terminan. Siguen abiertos. Siempre.

Amén.

jueves, abril 20, 2006

Génesis del material

En la génesis del material, hay que señalar la estrecha relación que Yace al caer la tarde mantiene con los mundos narrativos, estéticos e ideológicos del director cinematográfico Rainer Werner Fassbinder, (especialmente del vínculo que se establece entre la obra y su película Katzelmacher), del autor y director teatral Heiner Müller y del dramaturgo y director Bertolt Brecht. Autores de los que me he nutrido y que han resultado una referencia particularmente significativa a la hora de elaborar esta obra. Este vínculo está dado también en lo que respecta al problema teórico del distanciamiento, concepto desarrollado por Bertolt Brecht, (retomado luego por Fassbinder y Heiner Müller), en tanto la puesta propone una zona de actuación particularmente distanciada, estilizada. En el sentido de que para Brecht, el distanciamiento es un procedimiento que consiste en alejar la realidad representada, para poder percibirla bajo una nueva perspectiva, que ponga de manifiesto su lado oculto, puesto que los objetos percibidos varias veces comienzan a no ser vistos: hemos perdido la capacidad de ver el objeto que se encuentra ante nuestros ojos. Y eso es lo que les sucede a los personajes: la aparición del Extranjero, junto con las diferentes reacciones que suscita en ellos, les hace tomar conciencia clara del lugar en el que están parados. La insatisfacción crónica por el trabajo precario en el que están inmersos, una nueva forma de esclavitud moderna, en el caso de los hombres. La imposibilidad de un horizonte de expectativas venturoso en sus relaciones afectivas, en el caso de las mujeres. El distanciamiento también es perceptible en la desnaturalización del espacio, en el sentido de que el dispositivo escénico-teatral no se trata de esconder o disfrazar, sino que más bien se revela, se pone en primer plano, en la puesta en escena. Hacer visible lo que es invisible, aquello que no puede verse, no porque permanezca oculto, sino más bien porque está siempre presente, eso familiar que por tanto estar a la vista todo el tiempo, deja de ser percibido.

El espacio predominante en Yace al caer la tarde es una calle deformada, en tanto se configura como un lugar público absolutamente desierto, abstracto, indeterminado, sin transeúntes, pero al mismo tiempo agradable, gracias al clima benévolo de la primavera, a la siesta. Una hora de la siesta que se prolonga de manera infinita. El tiempo se detiene y se prolonga en la tarde, que parece no avanzar más, aletargando y anestesiando los sentidos, las sensaciones y las emociones de los personajes que transitan por la obra. Algo que sólo es puesto en cuestión con la llegada del Extranjero. Este personaje, con su sola presencia, provocará la ruptura del letargo de esa siesta eterna y anodina. La llegada del Extranjero, (un inmigrante que no habla el idioma nativo, y que abandonó a su familia en Albania, su país natal), funcionará entonces como interrupción del adormecimiento en el que están inmersos los demás personajes, un grupo de hombres y mujeres jóvenes que asumirán un estado puramente contemplativo, un “no saber qué hacer” ni siquiera dolorido.

Desde la puesta en escena, la calle, en tanto lugar público, es trabajado como un territorio en el que los personajes se encuentran de paso, siempre en tránsito. Un espacio público que permite pensar al escenario como un lugar de fuga y de movimiento permanentes. Todos los personajes siempre tienen algo que hacer. Algo más importante que vincularse con los otros. Pero no lo hacen. O en todo caso, no sabemos si lo hacen. Nunca hacen nada importante, en realidad. O más directamente: nunca hacen nada. Sin embargo es ahí, en ese espacio impersonal y cambiante, donde transcurre la acción dramática. Esto condiciona el estatuto de los personajes, ya que ninguno de ellos reposa ni parece pertenecer a ningún lugar. Sin embargo es ahí, en ese espacio impersonal y cambiante, donde transcurre la acción dramática.

Existe una sensación con la que cualquier persona puede identificarse, que es la de un día de verano al atardecer. Esa hora y ese momento producen un clima cercano a la inercia y al aletargamiento de los sentidos. Es entonces cuando la manera de percibir el mundo cambia. El registro de actuación que propone el montaje busca crear ese estado y transmitirlo a los espectadores. La estilización desde la actuación colabora también en la búsqueda de este clima de inercia, de entumecimiento de los sentidos y de la percepción. Se desarrolla un trabajo desde lo gestual y lo corporal atenuado, mínimo, monocorde, “a media voz”, contemplativo.

Para enfatizar la referencialidad que la obra tiene con el cine, se trabaja con la carga significante de las direcciones en la composición del cuadro. Los diferentes sentidos en que se puede realizar un recorrido desde un punto a otro connotan conflictividad o armonía. Esta es una norma cultural fuerte y es utilizada desde la puesta de Yace al caer la tarde para generar y reafirmar, desde los movimientos de los participantes, la tensión y el reposo de las diferentes situaciones dramáticas. Como se ha explicado anteriormente, en la obra los personajes nunca están quietos, sino que entran y salen del espacio. Lo que se buscará desde la puesta, de tal modo, es que, cuando la situación en la que se ve involucrado uno de los personajes sea conflictiva, el recorrido que el actor realice por el espacio denote esa conflictividad.

Desde lo visual, la puesta hace hincapié en la incorporación de la luz como un personaje dramático más, con un peso específico definido, a partir de la importancia que tienen las horas de la siesta y del atardecer en el material. Se utiliza el espectro de colores y la calidad lumínica que abarca desde la luz plena de las horas tempranas de la tarde, hasta llegar a la luz difusa y ámbar del atardecer, haciendo especial hincapié en los diversos tonos de amarillo que están contenidos en la tarde.

Cada escena tiene el tratamiento equivalente al de un plano general fijo en el cine (o en ciertas películas): el énfasis está puesto en la duración o en la percepción del paso del tiempo, generando cierto grado de incomodidad, en contra del deseo de ver movimiento y acción; no se subrayan personajes, gestos ni elementos individuales, sino que todos los componentes significantes se encuentran en un plano de igualdad.

La escasa movilidad de los actores, y el planteamiento de situaciones muy semejantes entre sí, con ligeras pero significativas variaciones, hacen que el mundo se reduzca a aquello que puede verse. Pese a lo cual, las escenas de la obra funcionan al mismo tiempo como distintos recortes de un continuo que sólo podemos intuir o adivinar. Los paseos de los personajes por el mismo espacio, de a dos, funcionan a la manera de signos de puntuación. Durante ellos, nada parece existir más allá de ese mundo latente que se recorta como fondo.

El planteamiento sonoro de la puesta hace hincapié en la incorporación de elementos sensoriales que dan cuenta de esas horas de la tarde, sonidos de la vida urbana que se oyen permanentemente como fondo, a lo largo de todas las escenas. Forma parte de la banda sonora, también, el canto repetitivo e hipnótico de las chicharras, o los motores de los autos que se escuchan a lo lejos, en los suburbios, como parte de un mundo en actividad pero, al mismo tiempo, ajeno. Sonidos en principio familiares y claramente reconocibles que progresivamente se deforman hasta volverse completamente abstractos e irreconocibles.

Gacetilla de prensa

Los dejo con la gacetilla de prensa, que está a cargo de Simkin y Franco.

Mañana es finalmente el estreno. Y hoy la puesta de luces. Es el final, (o el principio quizás), de un largo camino...


“Vivir miserablemente en un mundo de abundancia es la peor tortura”.

Un Extranjero proveniente de Albania llega a una comunidad desconocida, en la que nunca ocurre nada, y la da vuelta, la subvierte, la transforma completamente. La desordena. La pone patas para arriba. Sin hacer prácticamente nada. Sin ser nada. Pone en cuestión lo que hasta ese momento era incuestionable. Su sola presencia trastoca y muta el estado de cosas imperante en ese mundo cerrado. Casi como un mecanismo natural, los hombres y las mujeres reaccionan de manera diferente ante la llegada de este nuevo integrante. Por un lado, ellos intuyen en este hombre distinto una amenaza que pone en peligro sus trabajos y mujeres. Mientras que ellas, por su parte, se sienten atraídas por este extranjero que no conoce el idioma y que no logra entenderlas pero al que, paradójicamente, pueden completar con sus propios deseos.

Así las cosas, aquellos conflictos que hasta entonces se encontraban latentes, casi velados, ahora se hallan súbita y brutalmente expuestos. Todo está dado para que se produzca un cambio definitivo en este sistema, pero quizás la comodidad, la seguridad y la costumbre de lo conocido termine imponiéndose.

La tarde, el marco donde transcurre toda la acción, crea un estado, un tono. Los cuerpos, los colores, la luz, los pocos y convencionales sonidos de la vida urbana, responden a la sensorialidad de “la hora de la siesta”. Todo es visto a través de ese tiempo moroso.

Yace al caer la tarde no ubica la acción en una época ni en un lugar claramente determinados. Esto permite una universalización del conflicto y una identificación con lo que les sucede a los personajes. Se trata de poner en evidencia lo que ocurre ante la llegada de un otro distinto, de dejar al descubierto nuestros propios prejuicios e ideas muchas veces naturalizadas. Mirar al propio lugar de pertenencia con ojos de extranjero y hacer que lo cotidiano aparezca bajo un prisma extraño, empezar a desconfiar de las apariencias.

Los integrantes de esa comunidad, esos hombres y mujeres que miran pasar el tiempo indolentemente, se comportan con él, (con ese Extranjero), de la misma manera en que se soportan entre ellos mismos. Indecentemente. Cruelmente. Violentamente. Demencialmente. Así se manejan con él. Así, también, llevan adelante sus vidas de todos los días. Con desgano, con desinterés, con apatía. Una existencia inmersa en un encierro asfixiante. Por falta de dinero, sin dudas, pero también por ese no saber qué hacer ni siquiera dolorido, que corroe las vidas de estas personas en los márgenes, restos de una sociedad en estado avanzado de descomposición.

Como no pueden comunicarse con el Extranjero, comienzan a hacer circular una serie de aptitudes y actos puramente imaginados, chismes no del todo gratuitos sobre su persona. El resultado de estos rumores es una agresión violenta e infundada contra el extranjero.

Yace al caer la tarde se constituye a partir de una estructura abierta, en la que si bien se narra claramente una historia, no es necesario que todo se entienda. Una estructura en la que se busca generar una tensión intrínseca a cada escena.

Hay una inercia en la obra. Una dejadez. Una pesadez existencial, espiritual, pero también económica y material, tangible, concreta. Hay miseria en esos seres, en esas personas. Así, de esa manera, ven pasar sus días estos personajes. Envueltos en esa miseria. En ese transcurrir anodino, chato, sin expectativas, en el que el trabajo precario, en el mejor de los casos, está a la orden del día. Eso es todo lo que pueden esperar esos hombres: la changa, el trabajo eventual que los haga salir de su estar anodino. El trabajo precario, para los hombres, la golpiza, la indiferencia, el desamor, para las mujeres. Allí, a esa comunidad, llega ese albanés.

Esa comunidad y ese extranjero pueden ser cualquiera. Actores. Directores. Público. Nadie queda a salvo. Nadie permanece indemne frente a lo que se está narrando. Esos hombres y mujeres que lo esperan, lo lastiman, lo golpean, lo destrozan, somos todos.

Algo terrible nos pasa. Algo horrendo....

La obra, entonces es apenas un humilde intento, un esbozo de dar cuenta de ese horror que nos traspasa. Hoy. Ahora. Ya. En todas partes. Al mismo tiempo.

Para los que no me conocen...

...que obviamente son muchos, la mayoría.

Acá abajo les transcribo un breve CV mío, sin mentiras, por supuesto.


Maximiliano Ignacio de la Puente nació en Buenos Aires en 1975. Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.

Es también actor, dramaturgo y director teatral, guionista, ensayista y documentalista. Es autor de más de veinte obras teatrales y de tres guiones cinematográficos de largometraje.

Ha estudiado actuación, dramaturgia y dirección teatral con Rafael Spregelburd, Marcelo Bertuccio, Mauricio Kartún y Rubén Szuchmacher, entre otros. También realizó cursos de montaje y estructura dramática con Miguel Pérez

Sus obras teatrales Instantes en la noche fría y Caen pájaros literalmente del cielo fueron seleccionadas en la 1ª Convocatoria Internacional de Textos Teatrales Breves, realizada en el primer cuatrimestre del 2000 por el Centro de Formación e Investigación Teatral La Casona, ubicado en Barcelona, con el fin de realizar un montaje de dichas obras. Este montaje se estrenó el 12 de noviembre de 2005 en la ciudad de Barcelona.

Su obra teatral Diagnóstico: rotulismo obtuvo, en febrero de 2005, el Primer Premio del Concurso Konex-Argentores para autores teatrales jóvenes.

Su guión de cortometraje, Domingo, obtuvo, en enero de 2005, una Mención Especial en el Primer Concurso Internacional “El Cine en Corto”, organizado por el Centro Internacional de Guionismo de Cine y Televisión, ubicado en México DF. En este concurso participaron guiones de México, Argentina, España, Uruguay, Colombia, Perú, Chile, Nicaragua y Costa Rica.

Ha ganado una beca nacional para asistir al Taller teórico-práctico sobre Arte Interactivo, a cargo del curador de arte Rodrigo Alonso y el artista digital Mariano Sardón, organizado por Espacio Fundación Telefónica. El taller contó con la participación de especialistas internacionales invitados especialmente al curso y tuvo una duración de cuatro meses, entre los días 30 de abril y 3 de septiembre de 2005.

Su obra teatral Yace al caer la tarde obtuvo el Primer Premio del 5to. Concurso Nacional de Obras de Teatro (Nueva Dramaturgia Argentina), organizado por el Instituto Nacional del Teatro, en marzo de 2004, y también fue galardonada con el Segundo Premio en el Concurso de Obras Inéditas de Teatro-Año 2003 del Fondo Nacional de las Artes. Esta obra fue publicada en el libro: “Siete autores. La nueva generación”, (Buenos Aires, Inteatro, Editorial del Instituto Nacional del Teatro, 2004.). Dicha obra se estrenará el viernes 21 de abril en el Teatro del Pueblo.

Ha obtenido una beca nacional para asistir al taller "Nuevas Tecnologías y su Interacción con las Artes tradicionales”, organizado por el Teatro del Sur, con el auspicio de la Red de Promotores Culturales de Latinoamérica y el Caribe y Arts International. Este taller contó también con el concurso del Instituto Nacional del Teatro, el Fondo Nacional de las Artes, Fundación Teatro del Sur, Mac Support S.A. y Doris Duke Charitable Foundation. Se realizó del 1 al 19 de abril del 2003.

Su obra teatral De la indolencia de él, presentada a la Convocatoria 2000 de los Premios Estímulo a la Creación Literaria y Teatral, convocada por la Secretaría de Cultura de la Nación, fue distinguida por el Jurado con Mención de Honor.

Ha sido finalista de la Beca otorgada por la Fundación Antorchas para el Taller de Experimentación Escénica, a cargo de los directores teatrales Rubén Szuchmacher y de Eduardo Rudnitzky (2001).

Sus obras teatrales “Cicatrices (de manos, de bocas, de gestos, de palabras, de obras)”, escrita en colaboración con Solana Landaburu, y “Una pena (Muerte en Retiro)”, fueron preseleccionadas para el Tercer y Cuarto Festival de música, teatro y danza del Centro Cultural Rector Ricardo Rojas (2000/01).

Como actor, ha participado en Bizarra, una saga argentina (dramaturgia y dirección de Rafael Spregelburd) en el Centro Cultural Rector Ricardo Rojas (durante los meses de agosto y noviembre de 2003). Este montaje fue seleccionado como ganador por la Fundación Antorchas, en el concurso 2002 para las artes, en la categoría subsidio a la creación para teatro; en Candy, de Matías Feldman, estrenada en la sala teatral “Del otro lado”, (durante los meses de mayo a agosto de 2003). Este montaje fue seleccionado finalista por la Fundación Antorchas, en el concurso 2002 para las artes, en la categoría subsidio a la creación para teatro; en El viaje de Mirna, dramaturgia y dirección de Matías Feldman, estrenado en el Centro Cultural Rector Ricardo Rojas (abril-julio de 2002), reestrenado en la sala “Falsa Escuadra” (octubre-diciembre de 2002), y nuevamente en el Centro Cultural Ricardo Rojar (marzo de 2003) en el marco de la presentación del libro de la obra; y en Fractal, creación colectiva coordinada por Rafael Spregelburg, reestrenada en la sala “El Ombligo de la luna”, durante el mes de noviembre de 2001.

Ha participado también como actor de textos de Santiago Gobernori en el espectáculo teatral “Poesía de dramaturgos” (lectura de textos poéticos de escritores dramáticos, tales como: Lola Arias, Beatriz Catani, Mariano Pensotti, Walter Rosenzwit, entre otros), espectáculo que se llevó a cabo el sábado 21 de septiembre de 2002 en la sala “Batato Berea” del Centro Cultural Ricardo Rojas, durante el V Festival de Danza y Teatro del mencionado establecimiento.

Ha actuado y dirigido, en colaboración con Solana Landaburu, la obra Buenos Aires-Freiburg: Cuando cae el amor (de autoría propia junto con Solana Landaburu). Esta obra se representó de forma semi-montada en el auditorio de FM La Tribu, en septiembre de 2001, en el marco del Ciclo de Teatro Leído organizado por el grupo Komos, junto con FM La Tribu. En este mismo ciclo, ha actuado en Vivir es un plagio o el inconveniente de haber nacido, del dramaturgo y novelista Marcelo Damiani.

Durante el mes de octubre de 1999, ha participado como actor del espectáculo Bonsái: miniaturas teatrales, estrenado en la sala Babilonia, en el marco del seminario de teatro “El actor como productor de sentido”, coordinado por Rafael Spregelburd.

Ha dirigido e interpretado su obra La pelea, que participó del Festival de estudiantes de teatro “Primer Acto”, desarrollado del 15 al 24 de mayo de 1998 en los teatros “Vitral” y “De la Fábula”. El montaje tuvo lugar en el teatro “De la Fábula”, en mayo de 1998. Este festival fue auspiciado por la Asociación de Teatros Independientes (A.T.I.)

En lo que respecta a su actividad como ensayista e investigador, junto con el Licenciado Pablo Russo publicaron el ensayo La cultura popular británica de los años noventa a través del cine de Ken Loach, en la revista del II Festival Internacional de Cine Contemporáneo de la Ciudad de México, realizado en febrero de 2005.

A partir de su tesis de estudios de grado, (El compañero que lleva la cámara, cine militante argentino contemporáneo), realizó en colaboración con el licenciado Pablo Russo, un largometraje documental que aborda la actividad de los diversos grupos de cine social y político que se desarrollaron en la Argentina durante los últimos años. La mencionada tesis se encuentra en proceso de publicación.

Ha publicado también, junto con Pablo Russo, diversos ensayos y notas de opinión sobre cine militante argentino contemporáneo, durante el año 2005, en el sitio http://www.rebelion.org/, en la publicación digital española “Miradas de cine” (http://www.miradas.net/), y en la revista América XXI, en su edición de enero de 2006.

Desde el año 2004 colabora periódicamente, efectuando críticas de cine, con la publicación digital española Miradas de cine (www.miradas.net), dentro de su sección latinoamericana, “El túnel”.

Asimismo, desde el año 2002 se desempeña como docente de dramaturgia, guión, géneros cinematográficos, análisis de textos dramáticos y técnicas avanzadas de posproducción y composición digital de imágenes audiovisuales, en diversas instituciones educativas de carácter terciario.

Actualmente trabaja, junto con Leonel Livchits, en el desarrollo de “Los paranoicos tienen razón”, documental que aborda la figura del escritor uruguayo Mario Levrero.

viernes, febrero 17, 2006

Cambio de fecha de estreno

Parece que la cosa se viene postergando.

Anuncio entonces el último cambio de fecha del estreno: viernes 21 de abril a las 21 horas.

Ese viernes, por fin, estrenaremos.

domingo, febrero 12, 2006

Más fotos de los ensayos





Estas fotos son de octubre del año pasado, cuando ensayábamos en la casa de Lorena, una de las actrices. Muchas cosas cambiaron desde entonces, pero igualmente se merecen tener su lugar en este espacio.

sábado, febrero 04, 2006

Nueva fecha de estreno

Simplemente para comentarles que hemos modificado la fecha de estreno, ya, (ahora sí), inamovible. Estrenaremos entonces el viernes 10 de marzo a las 21 horas.

En próximas entradas seguiré agregando mucho más material. Lo prometo.

domingo, enero 22, 2006

Más fotos




lunes, enero 09, 2006

Texto para el volante, versión del director

Este es el texto para el volante de la obra que había ideado yo, inspirándome, de alguna manera, en el texto de Solana. Quiero decir, es como si este texto fuera el negativo del de ella.

Lo escribí para contrapesar, para contrabalancear. Para complementar.

Y es cierto que generó controversia. Porque es un texto injusto, hay que decirlo.

Un texto que nunca debería haber escrito, en algún sentido.

Un texto “expresionista”, decía Leonel. Me gusta eso.

Me gusta.

Aunque quizás sea demasiado benévolo con el texto ese calificativo.

Después de todo, ¿qué culpa tienen los espectadores de que yo me sienta mal con todo?

Ninguna. Toda. Toda y ninguna, claro. Pero sobretodo ninguna.

Y tampoco soy nadie para juzgarlos. Ni siquiera soy alguien para juzgarme a mí mismo.

Y es que eso, entre otras cosas, es lo que me objetaron, con muchísima razón, los asistentes.

¿Por qué lo incluyo, ahora, aquí, en este blog?

Simplemente porque creo que tiene que estar. Porque formó parte del proceso.

Porque me hizo pensar en muchas cosas.

Y porque se los prometí en una entrada anterior.

Y voy a tratar, por esta vez, de cumplir con mis promesas, pidiéndoles disculpas, de antemano, al que pudiera sentirse ofendido por el contenido de este texto.

Pero basta de excusas. Y de prolegómenos. Basta de ser pusilánime. Acá va. Verán que no es para tanto:

“Un hombre, para el caso un Extranjero, llega a una comunidad desconocida y la da vuelta, la invierte, la transforma completamente. La desordena. La pone patas para arriba. Sin hacer prácticamente nada. Sin ser nada.

Pero ellos, los integrantes de esa comunidad, esos hombres y mujeres, se comportan con él, (con ese Extranjero), como se comportan con ellos mismos. Indecentemente. Cruelmente. Violentamente. Demencialmente. Así se manejan con él. Así, también, llevan adelante su vida de todos los días. Con desgano, con desinterés, con apatía.

Así todos se acercan, (nos acercamos), lentamente, a la muerte. La esperan. La esperan sin hacer nada. Sin ser nada. Como él. Ese Extranjero. Que no es nada. Ya lo dijimos.

No queremos decirlo, pero decimos (lo digo): esos hombres y mujeres que lo esperan, lo lastiman, lo golpean, lo destrozan, somos todos. Nuestra sociedad. Nuestra mierda...

Somos mierda. Esta... Este...

Algo terrible nos pasa. Hoy. Ahora. Ya. Algo horrendo....

Y nada más. No hay nada más que decir. Es eso. Eso. Que lo disfruten. El show... Con placer. Amablemente. Ojalá se rían y lloren mucho al verla. Al verlos. Al vernos. Ojalá cambien. Ojalá reflexionen. Ojalá quieran, (queramos), ser distintos de lo que son, (somos).

Ojalá se mueran...

Pronto. Rápido. En seco.

Pero eso sí, con mucho, (pero mucho), sufrimiento...”